17-03-2023 – Este año 2.023, ha comenzado como un año complicado por la economía y por las inclemencias climáticas, que han agravado aún más la situación del país.
La Argentina es un país que ya venía complicado de los gobiernos de Cristina de Kirchner y de Mauricio Macri, y que la gestión de Alberto Fernández, con las desavenencias con su vicepresidenta, lo han profundizado, después de un manejo de la pandemia que paró el país, con el financiamiento a través de la emisión monetaria.
La expansión del estado y las consecuencias de esa emisión casi descontrolada de dinero, han llevado la inflación a tres dígitos después de 30 años.
Además el retraso del tipo de cambio como ancla anti inflacionaria, complementados con programas de controles de precios han fracasado, generando expectativas permanentes de devaluación de la moneda.
Cerrado el mercado internacional de crédito y acotada la posibilidad de monetizar el déficit fiscal a través de la emisión monetaria, el Estado ha salido a captar el crédito interno de bancos y otras entidades con títulos públicos del tesoro nacional ajustados por inflación o a la evolución del tipo de cambio oficial.
Ese endeudamiento interno ha tomado tal magnitud, que ha eclosionado y obligó al gobierno a ir trasladando el vencimiento de los mismos a la próxima gestión.
Otro tanto ocurre con el pasivo remunerado del banco central, que ha crecido de manera exponencial, generando un gran déficit cuasifiscal.
A todo esto se suma el retraso cambiario, la escases de divisas y la imposibilidad del estado y del BCRA de incrementar el nivel de reservas.
Así las cosas el actual gobierno, a través del Ministerio de Economía, hace malavares para llegar al final de la gestión.
Le tocará a quien «tenga la mala suerte de ganar las elecciones» como dice Juan Carlos De Pablo, encarar el «ajuste» necesario para encaminar el país.
Este ajuste va a venir determinado por varios aspectos esenciales:
- Reforma integral del Estado (Disminución de su tamaño, menos ministerios, etc.)
- Reforma integral del Sistema Jubilatorio
- Reformulación de la política de gasto social
- Cambio de políticas fiscales, monetarias y cambiarias.
- Obra pública por gestión de iniciativa privada.
Los tres primeros van a llevar un tiempo importante de implementación y para que surjan efecto sobre las cuentas públicas, pero los últimos dos, deberán implementarse de forma inmediata, ni bien asuma el nuevo gobierno.
Por ello, sea quien sea que tenga la mala suerte de ganar las elecciones deberá hacer frente a todos estos puntos. El FMI ya tendrá otro tipo de exigencias y el país no puede continuar con cepos permanentes y aislado del mundo para siempre, entonces deberá arremangarse y ejecutar este ajuste, que se hará sentir fuertemente en los primeros tiempos de todas las gestiones (nacional, provinciales y municipales).
Esto será pesado al principio, pero será la única manera de establecer las bases para generar un plan económico sustentable y de largo plazo, que nos de estabilidad por un lado, y fortaleza a nuestra moneda por el otro; pero debemos consustanciarnos y mentalizarnos de que esto va a ocurrir, y habrá que sopesar esas consecuencias.
Viene un país que deberá manejarse en la austeridad, en la reducción del gasto público, buscando fortalecer el comercio exterior y generar credibilidad. Va a ser duro, pero no va a quedar otra.
Después de eso, seguramente si logramos fortalecer nuestra moneda, podremos recuperar el acceso del país a los mercados de capitales, y le daremos la oportunidad a las empresas locales de potenciar su inversión a través del acceso al crédito en condiciones muchos más optimas, que nos permita crecer y ser más competitivos.
Si quien gana las próximas elecciones no hace todo lo anterior, continuaremos con los mismos problemas, a los banquinazos y nuestro futuro, será muy parecido a nuestro presente.